The show must go on.

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Convivencia 2014

Ya ha pasado una semana desde la convivencia de segundo de bachiller de la promoción 2013-2014, vamos, mi promoción. Muchos de mis compañeros han compartido ya su experiencia sobre ese maravilloso día, supongo que ahora me toca a mí.

Desde un principio prepararlo todo fue bastante complicado. En primer lugar, elegir el tema supuso bastantes problemas, pero al final salimos adelante con el plan de la temática de continentes. Después aparecieron millones de ideas que buscaban ocupar un espacio y tiempo de tan solo ocho horas, cosa que tampoco fue muy fácil de planificar. Pronto empezamos a ver de dónde sacar los trajes, a ensayar los bailes que las coordinadoras habíamos preparado, los decoradores dibujaban pintaban recreo sí y recreo también e incluso en horas libres por las tardes. Claramente, varias peleas y berrinches tuvimos: que si mi traje es muy ajustado, que si los horarios del baile no nos gustan, que si has pintado mi dibujo de otro color, que si veremos a ver si nos dejan comer carne el día de la convivencia… Yo me decía cada día ‘’si me volvieran a dar la elección de hacerlo o no, diría que no’’. Estaba totalmente decidida. Pero, sin embargo, todo dio un vuelvo la semana antes. De repente, tenía unas ganas tremendas de vivir tal día. Quién me iba a decir a mí que, después de todo, la convivencia realmente iba a salir bien. Y llegó el día.

Quedamos a las 6:45 de la mañana en la puerta del colegio, todos llegábamos nerviosos y con las típicas cosas que dices cuando estás en esas situaciones: ¡Ay, que ya no me acuerdo del baile!, ¿alguien tiene horquillas?, ¿os habéis traído planchas del pelo?, ¿Pero, llevo bien el pelo?, ¡¿A que no salgo?! En fin, pero los nervios no nos comieron y seguimos adelante. Acabado ya el baile nos llegaron enseguida varias críticas, por lo visto todas bastantes buenas. Eso nos dio bastante confianza para seguir el día que no había hecho nada más que empezar. Los niños lo pasaron en grande, desde los deportes, pasando por la gymkana, hasta en el terriblemente horroroso pasillo del terror o la visita de Dani Parreño. Incluso los profesores lo pasaron en grande, tanto en el partido de los profesores contra los alumnos, tanto como en el concurso de tartas (que más de uno aprovechó para almorzar) o como en los bailes que hicieron por la tarde.

Cuando fuimos a bailar de nuevo por la tarde apareció así, de la nada, un nubarrón que nos hizo temblar a todos. Recuerdo que no hacía más que santiguarme y rezar padrenuestros suplicando que no lloviera. Gracias a Dios, el Señor no me hizo caso y empezó a llover. No, llover no, a diluviar. Pero seguimos, ese es el caso, no paramos. Fue sin duda la mejor elección que hicimos. Demostramos a todos que no íbamos a dejar por la lluvia todo el tiempo de preparación. Y así fue cómo creamos nuestra propia leyenda, nuestro mito, una convivencia que nadie olvidará. Hemos sido los creadores de una convivencia única. Y al releer esta publicación veo que se me queda corta, pues es imposible demostrar realmente lo feliz que me hizo ese día. Gracias a mis compañeros, pero también al colegio en general, por hacerme recordar el por qué estudio en este colegio. Y aunque tenga unas ganas impresionantes de irme a la universidad, este colegio se ha quedado con gran parte de mi vida. Otra vez, gracias.

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