Cali, la sucursal del cielo…

Mi aventura por Colombia empezó en Cali, una ciudad de la parte sur del país a la que llegué con la Ruta Quetzal.

Tras un viaje de 12 horas en avión desde Madrid llegué al aeropuerto de Cali, ciudad de la salsa y el baile. Lo primero que hicimos en la ciudad fue visitar el parque de «Los Farallones de Cali» situado en el ecoparque del río Pance. Este parque, situado a unos 2500 metros de altura posee una gran biodiversidad. La vegetación es tan frondosa que en ciertos puntos la escalada es casi vertical.

La marcha que duró todo el día empezó a las 7 de la mañana. Se formaron tres grupos de acuerdo a la resistencia física.

El grupo de los quetzales era el que encabezaba la expedición y llevaba un ritmo más lento que los otros dos.

El grupo de los águilas correspondía al grupo intermedio. Yo me metí en este grupo aunque después de horas andando no dejaba de pensar que debería estar en el grupo anterior ya que paraban para descansar con más frecuencia.

Por último estaba el grupo de los jaguares. Este grupo era el más reducido y casi no hacía paradas. Les admiro profundamente, su ritmo era durísimo.

Tras la ascensión al pico de loro y ver la ansiada cima merece la pena el esfuerzo que ha requerido la marcha. Sin embargo el camino de vuelta no deja de ser duro y largo.

El día concluyó con la acogida al grupo B (Puesto que el grupo rutero era numeroso, se hicieron dos vuelos) y una cena de pollo y arroz, cosa que se convertiría en un ritual bastante habitual. Cuando creíamos que todo había acabado llego un autobús misterioso al ecoparque. Todos nos preguntábamos quien iría dentro. La sorpresa fue que iban a darnos un par de clases de salsa.

En aquel momento, con lo cansado que estaba no me apetecía bailar precisamente, me apetecía irme a la tienda y poder dormir un poco pero no había llegado allí para no hacer nada. Me dije a mi mismo, aqui nadie me conoce no puede pasar nada…

La salsa es un baile realmente complicado en mi opinión, requiere rapidez y soltura. Francamente lo pasé muy bien esa noche y cuando pensaba que no iba a poder dormir por la tormenta que se acercaba me quedé frito.. una pena que me despertara la tormenta a las 4 😉

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