Si te digo “calentamiento global” seguramente te vendrá a la cabeza la palabra saturación. Es cierto, nos conocemos la historia como si fuese una película que ya hemos visto: comienza con máquinas y coches echando humo, sigue con osos polares tristes, y acaba con un final feliz en el que nosotros reciclamos y las fábricas malas usan energías renovables. Por lo tanto, no voy a contarte algo que ya sabes, o que por lo menos crees que sabes, en lugar de eso, te propongo un final alternativo.
En primer lugar, te debemos una explicación de por qué no te afectan las noticias sobre el cambio climático. Seguramente, si vieses los anuncios de Greenpeace realmente te sentirías apenado y entristecido, consciente del impacto que tiene la contaminación en nuestro planeta. Sin embargo, al cabo de unos minutos ya te habrás olvidado y ese sentimiento se habrá disuelto. Y es que para poder seguir con nuestras vidas, nuestro cerebro y nuestro corazón se inmunizan ante estas imágenes, como si cada anuncio fuese una vacuna. A esto se le llama infoxicación, y es la sobrecarga de información, en este caso, sobre la contaminación.
No obstante, el problema sigue ahí, los anuncios son verídicos. Aunque no lo creamos, realmente se están tomando medidas para limitar la contaminación generada en cada país: multas a los excesos de emisiones, subvenciones al uso de energías renovables… Y a pesar de todo, el problema no mejora. Tal vez el motivo sea que nuestro sistema de producción es insostenible, creamos y desechamos como si nada, gastamos recursos para generar desperdicios. Todo esto y sin abastecer al planeta entero, ya que solo un cuarto de la población mundial disfruta de esos bienes.
Bien, te presento nuestra forma de producción actual: la economía lineal. Básicamente consiste en recoger materias primas, elaborar un producto, utilizarlo y desecharlo cuando deja de funcionar. Las consecuencias ya las conoces: sobreexplotación de recursos, contaminación producida por las fábricas y residuos generados. Producir a este ritmo significa vivir en la abundancia, ¿pero cuánto tiempo durará?
Por otro lado, la alternativa de la que jamás habías oído hablar: la economía circular. No consiste únicamente en un nuevo modelo de producir, sino que constituye una sociedad diferente. En ella, predomina la eficiencia del uso de los recursos frente a la propiedad. Los productos se diseñarían para poder reutilizarlos cuando acabase su vida útil y así convertirse en fuente de materias primas secundarias. Desde el punto de vista de la empresa, es una opción rentable, ya que reutilizar productos supone menos costes que extraer materiales y pasar por todo el proceso de producción.
La gran diferencia entre ambas economías es la sostenibilidad de la circular frente a la lineal. Se reduciría el problema de la sobreexplotación de recursos, dejaríamos de acumular vertederos, y si se le aplican las energías renovables a las formas de transporte y maquinaria, las emisiones de gases contaminantes serían mínimas.
Así que a partir de ahora, cuando te pregunten qué podemos hacer para frenar el cambio climático, ya tienes una solución a largo plazo. Porque el motivo de que se hable tanto de este tema es porque constituye el gran reto del siglo XXI. Y si algo nos ha enseñado la historia es que la humanidad está en constante cambio, ¿será este el siguiente paso que demos?