Qué difícil es ser mujer.
Tener un mal día y que lo asocien a «uno de esos días».
No es fácil tampoco ser criticada por un maquillaje excesivo o por exceso de sencillez.
Compararte con esa actriz que afirma y reafirma odiar el ejercicio y sentirte mal por no conseguir su cuerpo aun machacándote en el gimnasio.
Qué difícil es ser mujer.
Tener que caminar con delicadeza y obviar ciertos comentarios durante el mismo camino.
Ser tratada como un objeto por el simple hecho de vestir con minifalda.
Escuchar cómo debes ser útil y aquello que te hace inútil, y exhalar un suspiro al oír que tu mayor aspiración algún día será tener hijos y casarte.
Percatarte de lo mucho que odias mutilarte las rodillas cada vez que te depilas.
Ser criticada por buena y mala.
Natural o tintada.
Abogada o ama de casa.

Qué difícil es ser perfecta para todos y continuar viéndote a ti misma imperfecta.
Qué difícil es tener un hombre a tu lado que en lugar de darte alas, te encadena.

Si no te hace feliz, no es amor.
Y empieza queriéndote a ti.
Maquíllate porque disfrutas mirándote al espejo, haciendo más especial, si se puede, tu belleza.
Viste cómo te apetezca.
Crea sin miedo al que dirán.
Sueña sin limitaciones y, además,
sueña que nunca te limiten.
Porque ser mujer no es difícil,
simplemente es ser tú.