La pasada semana, los alumnos del colegio, desde 1º de educación secundaria hasta 2º de Bachillerato realizamos el viaje anual a Andorra, donde se puede disfrutar de la convivencia con amigos y profesores, de la naturaleza y, sobretodo, de un deporte perfecto: el esquí.
Es una experiencia que, en mi opinión, todo el mundo debe vivir alguna vez en la vida, especialmente en la etapa de la juventud
Los nervios en el autobús de ida, los madrugones para subir a la estación de esquí y pasar el día bajando y subiendo pistas,sintiendo la velocidad en tu propio cuerpo, el cansancio satisfactorio que sientes por las tardes, y las noches en convivencia, donde los alumnos más veteranos, conocidos como los ‘lobos viejos’ preparan actividades y juegos amenizar las noches de los más pequeños, los ‘lobeznos’ son, entre otras, las actividades que se realizan durante el viaje y que sin duda, nos encantan a todos
En el albergue donde nos alojamos nos sentimos como en nuestra propia casa, literalmente, ya que se organizan grupos de comedor y habitaciones, que fomentan el trabajo en equipo y la responsabilidad puesto que los alumnos se tienen que dividir las tareas como servir la comida, quitar la mesa u ordenar el cuarto
Se imparten clases de esquí, que se dividen en niveles desde principiantes hasta expertos, por lo que no hay absolutamente ningún impedimento para nadie. A lo largo de la semana, uno mismo observa cómo ha ido progresando, lo cual te hace sentir genial y te motiva para seguir superándote y hace que tengas ganas de volver
En definitiva, este gran viaje es una semana completamente diferente a las del resto del año, en la que surgen anécdotas de por vida, aprendes a observar la naturaleza y todo cuanto nos rodea, disfrutas, convives y esquías
A todos aquellos en busca de nuevas sensaciones y aventuras os digo: ¡Ánimaos!
